El Cordobazo, aquella gran revuelta popular de tipo obrero-estudiantil del 29 de mayo de 1969, ocurre
durante una etapa de la historia argentina caracterizada por un clima
político-social en el que se respiran aires de esperanza de cambios sistémicos,
en un contexto mundial muy particular, y con una progresiva escalada de los
niveles de violencia política. Esta etapa es nombrada por el historiador Felipe
Pigna como “tiempos violentos”, y la ubica en el lapso de los años 1966-1976.
Este proceso no se dio de manera
aislada, sino que iba a un ritmo marcado por la acalorada intensidad que había
tomado la Guerra Fría, en la que el bloque occidental-capitalista liderado por
los Estados Unidos y el oriental-comunista liderado por la Unión Soviética se
disputaban la hegemonía mundial mediante mecanismos bélicos indirectos y
geopolíticos.
Resulta interesante analizar, en
el caso de Argentina, cómo se llega hasta el Cordobazo y qué implicancias
tiene, qué estaba ocurriendo en otras partes del mundo en esos años, y cómo
afectó de diferentes maneras a las naciones aquella lucha de bloques.
En el orden mundial estaba de
manifiesto en esos años un complejo combo de convulsiones políticas, sociales y
bélicas, con un importante ascenso en el protagonismo de los movimientos
obreros y las manifestaciones populares. Un breve repaso cronológico de algunos
de los sucesos más trascendentes ayuda a visibilizarlo más claramente: en el
año 1967, el 8 de enero inicia la gran ofensiva de Estados Unidos en la Guerra
de Vietnam, con el envío de 486.000 soldados; en julio ocurre la revuelta de
los afroamericanos en Estados Unidos, en Newark y Detroit, y las Panteras
Negras organizan grupos de guerrilla urbana; el 9 de octubre es asesinado
el Che Guevara en Bolivia; el 21 se lleva a cabo una manifestación
internacional contra la Guerra de Vietnam en Washington -donde participan
250.000 personas-, Londres, París, Berlín, Roma, Oslo, Ámsterdam y Tokio; en
1968, el 5 de enero Alexander Dubcek es elegido como Primer Secretario del
Partido Comunista de Checoslovaquia, dando inicio a la Primavera de Praga;
el 4 de abril es asesinado Martin Luther king en Memphis y se producen grandes
levantamientos en numerosas ciudades de Estados Unidos; en mayo estalla el Mayo
Francés, siendo por esos años el conflicto social más grande de Europa; el 26 y
27 de julio se producen violentos enfrentamientos en México entre policías y
estudiantes, con un saldo de 17 muertos; el 3 de octubre ocurre la masacre de
Tlatelolco en México, en la que el ejército fusila estudiantes; y el 29 de mayo
de 1969 estalla el Cordobazo.
En sintonía con lo que ocurría a
nivel mundial, Argentina también estaba sumida en un clima de conflictos. Venía
de un período de gobiernos de la UCR (1958-1966) con una democracia a medias,
con el peronismo prohibido de participar de las elecciones pero que seguía
ejerciendo una fuerte presión sindical y social, y se produce posteriormente el
golpe de Estado liderado por Juan Carlos Onganía (1966). Van creciendo las
manifestaciones sociales, en las que tanto estudiantes como obreros confrontan
con la dictadura, y crece a la par también la represión. Y en un movimiento de
acople a la Guerra Fría, el gobierno de Onganía empieza a alinearse con Estados
Unidos en contra del comunismo y se prohíben las actividades políticas.
Es una época en que los jóvenes
buscan diferenciarse de los adultos en la música, la ropa y el pelo, y con un
rol de la mujer que va tomando cada vez más independencia. Por eso la juventud
es la más reprimida por la dictadura, ocurriendo así la Noche de los
Bastones Largos en julio de 1966 y la intervención de las universidades. La
CGT se divide en dos: un sector liderado por Augusto Vandor, de perfil dialoguista,
y el otro liderado por Raimundo Ongaro, de tipo más combativo. Surge a nivel
mundial el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, el cual
promueve el “socialismo cristiano” o la “teología de la liberación”, y cuenta
como gran referente en Argentina al icónico sacerdote Carlos Mugica. Sin dudas,
todo esto era parte de un clima de época.
El 12 de mayo de 1966 la
dictadura sanciona la ley 18.204, que establece una jornada laboral semanal de
48 horas, pero ocurre que, en Córdoba, por una disposición provincial, desde
1932 existía ya una jornada semanal de 44 horas, con “sábado inglés”, la cual
iba a ser aumentada en 4 horas más con esta nueva disposición. También surgen
las “quitas zonales”, en que la dictadura autoriza a los empresarios
metalúrgicos a realizar descuentos sobre el salario pactado en las convenciones
colectivas nacionales. El 15 de mayo, en una protesta estudiantil en la ciudad
de Corrientes, la policía asesina al estudiante Juan José Cabral. En su repudio,
al día siguiente se lleva a cabo otra protesta estudiantil, ahora en Rosario
-el Rosariazo-, donde la policía asesina al estudiante Adolfo Bello. Por
este motivo, el 21 de mayo se produce una nueva protesta en Rosario -pero ahora
con réplicas en todo el país, incluyendo Córdoba- donde es asesinado por la
policía el estudiante Luis Norberto Blanco, de 15 años. Por otro lado, una
nueva maniobra, el gobierno intenta privatizar la empresa de energía de Córdoba,
pero encuentra una gran oposición del Sindicato Luz y Fuerza, dirigido por
Agustín Tosco.
Con estos sucesos previos, Tosco,
que pertenecía a la corriente combativa de la CGT, se reúne con Elpidio Torres,
Secretario General del SMATA cordobés, e integrante de la CGT dialoguista, y
juntos planean el gran paro general del 29 de mayo, al que se suma también Atilio
López, dirigente de la UTA e integrante del sector dialoguista de la CGT. Dicha
convocatoria tiene como objetivo manifestarse en contra de los abusos
policiales y las políticas anti-obreras. Posteriormente, Tosco se reúne con la Federación
Universitaria de Córdoba para informarles del plan, quienes de inmediato se
movilizan para sumarse a los reclamos y a la movilización. La gran pueblada
está en marcha.
En la mañana del 29 los obreros
concentran en sus lugares de trabajo y, según lo planeado, emprenden su marcha
a las 11hs con destino a la Plaza Vélez Sarsfield. Desde el sur avanza la gran
columna del SMATA, que parte desde la fábrica IKA-Renault; y desde el norte la
columna de Luz y Fuerza. Ya sobre la marcha, y sin que alcancen a llegar a la
plaza, la policía comienza a reprimir a las columnas y se desatan los
enfrentamientos. Los estudiantes se habían sumado a la columna de Luz y Fuerza
desde el barrio Alberdi -o barrio Clínicas-, y también se habían sumado a ellos
las columnas de los obreros metalúrgicos y de las autopartistas. A las 12:30 se
produce la primera víctima fatal: la policía montada asesina de un disparo al
delegado del SMATA Máximo Mena. El asesinato provoca una reacción en cadena,
por la cual salen a la calle alrededor de unas treinta mil personas, sumadas a
los quince mil manifestantes iniciales. Para las 13hs la policía se ve
completamente desbordada, con enfrentamientos cada vez más contundentes por
parte de los manifestantes. Ya son 150 manzanas las cubiertas por la
manifestación, y la ciudad queda en poder de unos 50.000 manifestantes. Se
observa un clima de guerra civil. La policía, ya replegada, pide refuerzos al
ejército y, conscientes de ello, a las 14:30 los manifestantes comienzan a
retirarse del centro hacia sus barrios. A las 16:15 ingresa el ejército, y en
algunos minutos retoman el control de la ciudad. En la mañana siguiente, con el
avance del ejército hacia los barrios, continúan los enfrentamientos, en los
que los manifestantes levantan barricadas para su defensa. El mayor nivel de conflicto
se registra en el barrio Alberdi, en el que el ejército se enfrenta con los
estudiantes y desaloja el Hospital de Clínicas.
Finalmente, el sábado 31 no se
registran protestas. La represión deja un saldo de unos 1000 detenidos y al
menos 12 muertos. La dictadura enjuicia a unas 100 personas, y se condena a
prisión a al menos 15 de ellas. Entre ellas, varios dirigentes sindicales;
Agustín Tosco es condenado a 8 años de prisión y Elpidio Torres a 4 años. Los
condenados son trasladados a cárceles militares de La Pampa y Trelew y, en
noviembre, con una autoridad sumamente desgastada, Onganía dispone la amnistía
y son liberados.
Con el Cordobazo, la sociedad argentina
le pierde el miedo a la dictadura y recupera la calle. Este hecho político-social
inaugura así la década del ‘70. En los años siguientes, con las figuras de Perón
y del Che Guevara como referencias políticas, aparecen organizaciones armadas -entre
las que se destacan Montoneros y el ERP- y los niveles de
violencia política irán en gran aumento, llegando a su punto más álgido en aquel
oscuro año 1976, con el golpe de Estado de las Fuerzas Armadas y la inmediata
aniquilación de los movimientos revolucionarios.
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