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Proyectar una Rafaela distinta


Hoy la ciudad de Rafaela enfrenta, para su proyección en el futuro, desafíos de distintos niveles y manifestaciones. Por un lado, un problema muy claro: la violencia y la inseguridad. Por otro lado, un problema para el cual no existen estadísticas, pero que a observación intuitiva podemos visualizar: niveles persistentes y tal vez crecientes de pobreza y desigualdad estructurales. Y dos desafíos más profundos: la transición de nuestra matriz productiva hacia el paradigma de la Revolución Tecnológica 4.0 y la transición hacia la sostenibilidad ambiental.

Hoy la dirigencia política de la ciudad no está a la altura de estos nuevos desafíos. Hoy el modelo imperante es un modelo antiguo y conservador, que reitera soluciones del pasado a desafíos nuevos. Y, en suma, esta dirigencia actual se sustenta sobre prácticas repugnantes para seguir sosteniéndose en el poder. Hoy la ciudad necesita una nueva conducción política con visión de futuro; un liderazgo transformacional que abra un nuevo ciclo histórico de dignidad y progreso para nuestra ciudad.

Rafaela debe volver a construir un Plan Estratégico con visión de futuro, como lo fue el construido en el año 1996, donde diferentes referentes locales de diversas áreas de la comunidad participaron y aportaron su voz, y de ahí resultaron muchos avances de los que hoy goza la ciudad. Hoy la dirigencia política no quiere hacerlo porque prefiere administrar la ciudad a espaldas de la comunidad y respondiendo a intereses particulares de unas pocas personas.

Hoy urge la necesidad de construir una ciudad con menores niveles de desigualdad; una ciudad con igualdad de oportunidades y justicia social, donde sea realmente posible para todos/as el progreso social. En nuestro país la mayor parte de los impuestos que pagamos van al Estado Nacional, sin embargo, éste no es un Estado de Bienestar, es un Estado injusto, con impuestos regresivos, diseñado para que sea muy dificultoso el progreso económico y social.

Los trabajadores/as en blanco son los/as que más carga soportan sobre sus espaldas a través de sus aportes a la Seguridad Social y el pago de IVA en cada producto y servicio que consumen. En ese sentido, el Estado local debe transformarse y rediseñarse de tal manera de que se pueda corregir en nuestra ciudad lo mayor posible esa injusticia estatal que nos viene dada. Debemos migrar hacia un sistema de impuestos progresivos combinado con un sistema de inversión estatal para todos los sectores sociales por igual.

La transición productiva

En notas anteriores ya he descripto el fenómeno de estancamiento del desarrollo industrial de la ciudad de Rafaela. Las industrias que han sido grandes generadoras de empleo en nuestra ciudad han sido creadas entre las décadas de 1920 y 1980. Dos casos ejemplo: en 1928 Alfredo Williner comenzaba a industrializar leche de sus propios tambos en una modesta fábrica de la localidad de Bella Italia; y en 1981 se fundaba RG Frenos. Y podemos nombrar algunas otras que se crearon en el medio: Edison Valsagna fundó su pyme valvulera en 1953; en 1960 Juan Carlos y Oscar Frautschi comenzaban a producir accesorios de bronce niquelado; en 1963 Basso, Beninca y Bottero fundaban la fábrica BBB; en 1967 Osvaldo Acastello y otros fundaban la fábrica de crucetas y tricetas ETMA; la autopartista VMG se fundó en el año 1976. Después de ellas y varias otras más, más allá de alguna empresa aislada, no hemos tenido en Rafaela la creación de empresas que empleen grandes cantidades de puestos de trabajo. O tal vez sí: ¿Pedidos Ya? Una empresa multinacional de servicios de plataforma hija de la Revolución Tecnológica 4.0.

A la par, no hay pruebas pero tampoco dudas de que desde el último cuarto del siglo XX hasta estos días, con momentos mejores y peores, hemos visto un claro deterioro de la calidad de vida de la clase trabajadora y la clase media rafaelina y, tal vez, la irrupción de una nueva clase social, típica de esta época: la clase precaria. La clase que no es dueña de capital, pero tampoco empleada. La clase que no es ni industrial, ni de comercio, ni de servicios, ni de la construcción ni rural; o tal vez es un poco de todo eso a la vez. Lo que en la jerga conocemos como los trabajadores y trabajadoras en negro, eventuales, “de changas”. Así, Rafaela pasó a tener poco a poco cada vez más de las características típicas de las grandes urbes latinoamericanas posindustriales: desempleo, pobreza y desigualdades estructurales, altos niveles de consumos problemáticos, violencia e inseguridad.

Es probable que el sistema productivo de Rafaela venga atravesando un estancamiento al estilo posindustrial posfordista. En Estados Unidos, se ha observado en el periodo comprendido entre los años ‘60 y ‘80 una destrucción de empleos industriales y, a la par, un crecimiento de los empleos vinculados a los servicios; en suma, un tercio de los empleos creados en la década del ‘80 eran puestos de tiempo parcial, de los cuales un 75% era ocupado por asalariados que hubieran preferido trabajar a tiempo completo. En Rafaela, según la información recabada por el ICEDEL, en el periodo de los años 2005-2022 se observa una tendencia de persistencia del desempleo estancado en un 8% y, a su vez, una tendencia creciente del subempleo demandante.

Así, es probable que Rafaela esté experimentando un fenómeno similar al de Estados Unidos 40 años atrás. La desindustrialización argentina comenzó en la década del ‘70 y se acentuó en la década del ‘90 como consecuencia de la retracción y desarticulación del Estado de Bienestar de corte keynesiano con que contó Argentina hasta esos momentos, y Rafaela no fue ajena a ese proceso. La ciudad estuvo y está inmersa en esa realidad; pudo “amortiguar” algo de ello gracias a su entramado económico diversificado y exportador, pero no pudo escapar del todo. El desempleo crónico que padecemos no es inerte; tiene sus serias consecuencias sociales. Y ya no hablaríamos de desempleo crónico de las personas, sino tal vez de dos o tres generaciones de familias. Eso, indefectiblemente, tiene consecuencias.

Hoy el sistema productivo de Rafaela necesita dar el salto firme y encarar su transición hacia las áreas del paradigma de la Revolución Tecnológica 4.0: automatización, informática, digitalización, inteligencia artificial, energías renovables y limpias.

Una Rafaela sin miedo

En su libro “Los condenados de la ciudad”, el sociólogo francés Loïc Wacquant estudia la situación de dos barrios excluidos de las ciudades de Chicago y París, a los que describe como barrios de “marginalidad avanzada”. Allí describe diferencias y similitudes entre ambas y, entre sus similitudes, encuentra que son sectores sociales con altos niveles de desempleo crónico, inestabilidad y precariedad laboral, junto con altos niveles de violencia e inseguridad.

En el caso estadounidense, advierte que la ininterrumpida decadencia material y la creciente violencia e inseguridad en las calles son ni más ni menos que consecuencias de una transformación más profunda de su tejido socioeconómico e institucional. En ese sentido, señala que el crecimiento sin frenos de la economía informal y criminal que se observa allí se explica directamente por la combinación de la debilidad en la demanda de trabajo no calificado y la retracción de la presencia de las áreas sociales del Estado.

Por el lado del mercado de trabajo, señala que son principalmente tres fuerzas las que eliminaron la función del “gueto” estadounidense de reservorio de mano de obra industrial no calificada y de bajo costo que cumplía en los años anteriores: 1) la contracción del empleo industrial con una transición hacia el empleo de los servicios; 2) la redistribución espacial de los empleos (hacia otras ciudades y países con mano de obra más barata y menos costos de inversión y operación); y 3) el desplazamiento de la estructura socioprofesional hacia los puestos de calificación más elevada.

Y por el lado del Estado, la retirada abrupta del Estado de Bienestar a mediados de la década de 1970 se constituye como otra de las causas principales del deterioro continuo de las condiciones y posibilidades de vida de los habitantes del gueto. Tras la reelección triunfal de Nixon en 1972, el Estado operó una brusca anulación de las adquisiciones de la “Guerra contra la pobreza” lanzada bajo la presidencia de Lyndon Johnson.

¿Cuál fue el resultado de la combinación de todas estas condiciones? Que la inseguridad física extendió su influencia hasta los más ínfimos rincones de estos barrios. Así, los distritos marginados registran veinticuatro veces más crímenes violentos que el resto de los distritos, aunque cuenten con el doble de efectivos policiales que los asignados a sus homólogos. “La tasa de homicidios en North Lawndale fue cinco veces superior a la media nacional y la frecuencia de crímenes sexuales seis veces mayor. La muerte violenta es algo banal, una especie de lotería macabra” (Wacquant, 2006). En suma, Estados Unidos exhibe tasas de criminalidad incomparablemente más altas que las de las demás naciones posindustriales -la frecuencia de los homicidios es diez veces más elevada que en los países de la Unión Europea y la tasa de encarcelamiento de seis a doce veces superior.

“Todo el mundo, o casi, dentro del gueto está más o menos directamente afectado por la economía de la droga, en tanto consumidor o vendedor, empleador o empleado, padre, compañero o amigo de un dealer o de un "crackhead", o incluso como vecino y víctima de los conflictos y la violencia cotidiana que ese capitalismo salvaje de los pobres siembra a su paso”.

Desde que alcanza las proporciones extremas a las que llega en el West Side de Chicago, la inseguridad se convierte en un verdadero grillete social y financiero para la ciudad y, en general, para el conjunto del país, por su desastre humano y el sufrimiento insoldable (y políticamente censurado) que impone a quienes la viven día a día.

Aunque por ahora esté lejos de esas realidades extremas, la ciudad de Rafaela rima cada vez más parecido con estas descripciones.

¿Cómo se sale de esta situación? Con un Plan Integral de Seguridad, que cuente con un diagnóstico serio y riguroso, un plan de acción con enfoque territorial, un fuerte liderazgo de las máximas autoridades locales y un monitoreo constante con correcciones periódicas.

Los males sociales que hoy aquejan a Rafaela tienen su raíz en el desempleo crónico y la precariedad generalizada. Por eso ese Plan debe ir acompañado en términos estructurales de una transformación del Estado hacia un Estado Social, como se mencionó antes, que corrija lo mejor posible las injusticias del Estado Nacional a través de los sistemas impositivos y de inversión locales. Más concretamente, un Estado local que, así como el Plan Marshall ayudó a los países europeos a reconstruirse luego de la guerra, en Rafaela ponga en marcha un Plan Estratégico de Desarrollo Económico y Social que repare las relegaciones estructurales que venimos arrastrando del pasado y posibilite el desarrollo humano sostenido y a largo plazo de nuestra comunidad.

La educación pública

El rol de la Secretaría de Educación del Municipio debe ser central. La educación es la herramienta fundamental para el desarrollo y bienestar personal y colectivo de nuestra comunidad. Empodera a las personas y mejora la calidad de vida de la comunidad en general, y más aún en los desafíos que tenemos en el siglo XXI, donde el conocimiento sigue tomando cada vez más relevancia para el desenvolvimiento en el trabajo en particular y en la vida en general.

La función de prioridad de la Secretaría de Educación es claro: la inclusión educativa. A estas alturas no podemos permitirnos que haya jóvenes fuera del sistema educativo. Lamentablemente el sistema educativo provincial y nacional están realmente en crisis; por eso en el nivel local debemos replantear los espacios y mecanismos de articulación para que ningún joven quede fuera del sistema, al menos en espacios alternativos. Este es el objetivo prioritario de dicha área para alcanzar progresivamente cada vez mayores niveles de desarrollo humano en nuestra comunidad.

Necesitamos construir tres escuelas multinivel (inicial, primaria y secundaria) nuevas, y dentro de ellas una secundaria de perfil técnico. Para la definición de los perfiles de cada una de ellas se deben realizar estudios de las necesidades socioeconómicas proyectadas para sus territorios de influencia, acompañando de esta manera la demanda de bancos que impulsa el crecimiento poblacional de nuestra ciudad y las especificidades de conocimiento que se requerirán para afrontar los desafíos económicos y sociales de las próximas décadas.

En suma, el paradigma al que debemos apuntar como visión es hacia Rafaela como “ciudad educadora”, en sintonía con los ejes de trabajo de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras.

La salud pública

Con la pandemia quedó muy clara la importancia de contar con una salud pública de calidad, y en Rafaela tenemos mucho por hacer al respecto. En nuestra ciudad sigue pendiente una promesa incumplida del actual gobierno provincial: finalizar la construcción del nuevo hospital de alta complejidad. También resulta fundamental fortalecer el primer nivel de atención, que son los centros de salud barriales, con más infraestructura, más especialidades y horarios de atención más amplios.

La transición ecológica

Finalmente, en el marco de los desafíos que tiene nuestra comunidad para este siglo hay otro que también es central: la transición ecológica. En ese sentido, reconociendo la posición que ocupa nuestra ciudad en el sistema nación y en el sistema mundo, con las responsabilidades que nos competen y las consecuencias que estamos sufriendo y vamos a sufrir, tenemos dos ejes de trabajo que debemos encarar en la lucha contra el cambio climático: La recomposición de ecosistemas nativos y la transición energética.

A la recomposición de ecosistemas nativos le corresponde un abordaje de corto y mediano plazo, tanto por la urgencia que reviste ante la problemática ambiental como por la disponibilidad de los recursos necesarios. En general, urge lanzar un Plan Integral de Infraestructura Verde para la ciudad y, en particular, un ambicioso plan de forestación con especies de árboles, arbustos y herbáceas nativas. Y como acción conexa, la necesidad de disminuir la proporción de suelos con cemento en favor de los suelos naturales dentro del ejido urbano. En ese sentido, otro desafío particular: rediseñar nuestros canales urbanos para dejar de entubarlos y reconocerlos como lo que realmente son: humedales urbanos, que aportan servicios ecosistémicos que son sumamente necesarios en la buena regulación de las temperaturas urbanas y los ciclos hídricos.

Con respecto a la transición energética, es una arista que le corresponde una planificación de mediano y largo plazo, centralmente por los niveles de financiamiento que requiere y que hoy no están disponibles. Ese financiamiento debe venir desde los órdenes nacional e internacional -de lo contrario, realmente será muy difícil hacer la transición- y deberá ser invertido en infraestructuras tanto públicas como privadas que posibiliten la generación de energías renovables y limpias. La energía que cumple con ambas características y se adecúa a las posibilidades de nuestra región es la solar y, por otro lado, la energía que cumple con la característica de renovable pero no la de limpia es la biomasa que, aunque no sea limpia, sí permite ser una energía de transición que sustituya las energías de origen fósil.

En síntesis, podríamos decir que estos temas -y otros más que he dejado afuera para simplificar- deben estar condensados y regidos por un Plan Estratégico de Desarrollo Económico y Social con Sostenibilidad Ambiental para Rafaela. Es éste el camino que debemos tomar para consolidarnos como ciudad modelo en el siglo XXI. Tenemos la gente y las condiciones necesarias. La gente común es la que lo va a hacer posible. Solo resta afianzar el coraje y corregir nuestra orientación hacia el futuro.

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